Introducción
Ella no se amarra a los árboles, ni tampoco duerme en una carpa. Sin embargo, Verónica Salomón dice que hay personas que piensan que ella vive en una nube rosada, cuando en verdad, exclama que es al revés, porque al ver la realidad del mundo es por lo que no puede quedarse callada. Su misión es cuidar al planeta, y alentar a los demás a hacerlo también. Desde pequeña, sus compañeros de escuela la llamaban ‘Madre naturaleza’ y admite que se debe a su sensibilidad a lo que le rodea; que vino de casa, de su mamá Martalía. Inició rescatando animales durante las temporadas del fenómeno El Niño, luego surgieron las preguntas. Todo empezó con un inocente “¿Si esto es tan bello por qué lo estamos dejando tan feo?”, que luego retomó cuando estaba en la universidad, volviendo a cuestionarse. Ahora su curiosidad dio un giro al dónde, al quién, al cómo sobre las cosas que usa.
Comenzó a leer, a ver las cifras, a buscar. Todo en la vida genera un impacto, creer que no se va a dejar una huella es mentira. Eso fue lo que descubrió, por lo que inició a medir el tipo de huella que quería dejar. Así llegó la joyería sostenible a Martalía, su negocio que empezó con su mamá hace 5 años, donde las ideas de piezas sustentables empezaron a tomar forma con materiales como envases de cartón, partes de computadoras, basura encontrada en la playa. En fin, objetos que la gente consideraba basura para crear conciencia de que el mundo es redondo y que nada está aislado. Con la llegada de su hija Helena, Verónica regresó a cuestionarse: “si uno quiere lo mejor para sus hijos, ¿qué es lo mejor?”. Su respuesta, un mundo digno para vivir. Así es como su hija pasó a ser el rostro de Sin Sorbete Por Favor, una campaña que busca erradicar el uso del sorbete y crear conciencia sobre el hecho de que este pequeño objeto de plástico jamás se va a degradar.
Y por esta misma causa, llegó a ALMA, un movimiento de mujeres con distintos perfiles pero con un mismo objetivo: dejar un mundo mejor para sus hijos, el mundo que se merecen. Y no mañana, sino ahora. Con el grupo, ha creado iniciativas como charlas instructivas a los meseros del no uso del sorbete y vajillas para reemplazar utensilios plásticos en los restaurantes, así impulsando a cambiar hábitos de consumo de manera progresiva en el día a día. Sabe que reciclar es costoso, por lo que su filosofía empieza por rechazar lo que no necesita y reducir lo que consume en exceso. Busca romper el prejuicio del “yo no puedo”, y afirma que a pesar de que ser ecologista está de moda, sabe que existe la idea equivocada de que los ambientalistas son extremos. Por eso se unió a la creación del primer programa radial enfocado en el medio ambiente, que ella nombró ‘Menos es Más’, el cual busca acercar la sostenibilidad a todos. En este espacio, aborda temas técnicos o aislados traducidos a palabras sencillas para que los oyentes conozcan distintas acciones que pueden tomar; algo que a veces sienten tan distante.
Es lo mismo que Verónica hace en su casa, le explica a su hija porqué es mejor para ella, para el planeta y para el resto de las personas cambiar el ritmo acelerado de consumo por un proceso más lento y consiente. Revela que el secreto para lograr el cambio empieza por el ejemplo, reflejar que es posible; porque dice que si existen las huellas hídrica, de carbono y ecológica, entonces también existe la huella de Verónica. Ella tiene la convicción de que sus acciones pueden generar un cambio en el mundo; un mundo que afirma está cambiando y las generaciones más jóvenes lo demandan ya entienden que no deben tener más de todo, porque para ella, menos es más.